Lima. Y lima. Y lima
El polvillo, tenue al principio, se amontona subversivo en los relieves de la bailarina, de bronce.
El artista sopla sin cejar en su trabajo. Una pirueta de exceso dorado se cierne díscolo en el aire.
El artesano ha decidido que esa bella obra de arte, debe tener corazón. Nada ni nadie lo detendrá.
Lima en demanda de pureza. Hasta que sus dedos acaricien suavidad.
Y sigue limando, el hueco con forma de corazón